Domingo de Pentecostés

CAMINEO.INFO.-

HECHOS DE LOS APÓSTOLES 2, 1-11
SALMO 103
CORINTIOS 12, 3b-7. 12-13
JUAN 20, 19-23

Celebramos la Solemnidad de Pentecostés. Un hecho histórico que vivieron los discípulos de Jesús con María, y nosotros hoy, queremos renovar aquellos prodigios, nosotros hoy queremos que se produzca hoy un nuevo Pentecostés. Como hemos dicho en la oración colecta: ”Derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica”.

Y el protagonista de Pentecostés es el Espíritu Santo. Podríamos decir que hoy es la Fiesta del Espíritu Santo. Entender un poco mejor Pentecostés, el Espíritu Santo, quiere decir poder vivir un poco mejor nuestra vida cristiana.

Dios Padre, el Creador. Dios Hijo, Jesucristo, el Salvador. ¿Y Dios Espíritu Santo, qué hace? Su obrar es muy plural, muy diverso:

• Es el continuador de la obra salvadora de Jesús. Sin el Espíritu Santo, la obra de Jesús quedaría absorbida por el pasado. El Espíritu Santo es el que nos conecta con Jesús. Sin Espíritu Santo, Jesús nos despertaría la misma emoción que Sócrates o que Martin Luther King. Sin el Espíritu Santo, Jesús sería un personaje más...

• Y esta continuación de la obra salvadora de Jesús el Espíritu Santo la hace desde dentro de nosotros. El Espíritu Santo habita en nosotros, cosa muy sorprendente, y hace que pasemos de la ”vejez del pecado a la vida nueva”. Ésta es una expresión muy repetida, quizás, la más repetida de toda la liturgia, en las oraciones de Adviento, Cuaresma y Pascua. Expresión que va en la línea de lo que decíamos hace unas semanas. Ante de los pesimistas que dicen “la gente no cambia” nosotros afirmamos categóricamente que “las personas pueden cambiar”.

La presencia del Espíritu Santo en nosotros nos cambia, es un motor de transformación personal, es un motor que nos mueve, que nos guía, que nos hace hacer cosas que no haríamos por nuestras fuerzas naturales. Si tú y yo podemos amar como Jesús: gratuitamente, incondicionalmente, sin esperar nada a cambio, es por la acción del Espíritu Santo en nosotros. Si nosotros somos capaces de perdonar cuando parece imposible el perdón, es por la acción del Espíritu Santo en nosotros. Que amemos poco, que perdonemos poco, en nosotros hay poca presencia de Espíritu Santo.

El cristianismo no es una ideología. La fe no es sólo unas ideas y unos valores. El cristianismo es una vida nueva que se nos da por el Espíritu Santo.

Hay mucha gente que dice, hasta cristianos: “Lo importante es ser buenas personas, no hace falta ir a misa”. No han entendido qué es el cristianismo. Lo reducen a una construcción humana (ser buenos) y Dios, y la fuerza del Espíritu Santo, que lo quiere transformar todo, no intervienen. Y entonces, no hay vida nueva.

¿Pero dónde recibimos el Espíritu Santo? En la Iglesia. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Podemos decir que el Espíritu Santo hace la Iglesia. El Espíritu Santo crea un espacio de encuentro con Dios, crea un espacio donde el cielo y la tierra se unen...

Yo no sé si el Sr. Messeguer, el pintor de esta Iglesia, lo pretendía, pero fijaros que del Espíritu Santo, sale como una fuerza que es del color de toda la iglesia. Yo cuando lo contemplo me gusta pensar: “El Espíritu Santo crea un espacio de relación con Dios y de relación entre nosotros”.

Otro hecho que nos habla de la relación Espíritu Santo y de la Iglesia. ¿Os habéis fijado que en casi todos los sacramentos imponemos las manos? La imposición de manos, es uno de los gestos más repetidos en los Hechos de los Apóstoles, por el cual se comunicaban el Espíritu Santo. Y nosotros, repetimos el gesto en casi todos los sacramentos. En la Confirmación, lo vimos el sábado pasado, hay un momento donde el Sr. Obispo impone las manos de uno en uno a todos los confirmandos. En la eucaristía, el sacerdote impone las manos sobre el pan y el vino, epíclesis, porque por la acción del Espíritu Santo, se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. En la unció de los enfermos también hay un momento donde a cada persona se le impone las manos. En el sacramento de reconciliación, la oración de absolución es una imposición de manos. En el 0rden sacerdotal también hay una imposición de manos muy central. La vida cristiana es una obra del Espíritu Santo.

Como vemos, el Espíritu Santo, trabaja mucho y nos quiere hacer trabajar mucho, sobretodo en el sentido que nos comunican hoy las lecturas. En la primera lectura vemos los discípulos como después de recibir el Espíritu Santo dan testimonios de Cristo. Y en el evangelio, los discípulos son enviados por Jesús: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Tal y como el Padre envía a Jesús a salvar la Humanidad, Jesús también envía a sus discípulos, a nosotros, a comunicar la salvación.

Sé que cuesta hablar de Jesús, sé que te miran mal, pero es Jesús quien nos envía. El Papa Francisco, cuando era Cardenal en Buenos Aires dijo en una homilía: “... que Jesús, con la fuerza de su Espíritu, rearmonice nuestro corazón. Pero que lo rearmonice, no con oraciones raras e intimismos baratos, sino que lo rearmonice con la misión, con el trabajo apostólico, con la oración de cada día, el trabajo,..., y con el testimonio”.

¡Jesús nos envía a evangelizar porque también nos hace bien a nosotros mismos!, ¡¡rearmoniza nuestros corazones!! El primer beneficiado de evangelizar es uno mismo.

Que esta eucaristía sea para nosotros una actualización del milagro de Pentecostés.