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Bautismo del Señor: Este es mi hijo, el amado, mi predilecto.

Sun, 12 Jan 2014 00:14:00
 

CAMINEO.INFO.-

ISAÍAS 42, 1-4.6-7
SALMO
28
HECHOS DE LOS APÓSTOLES
10, 34-38
MATEO
3, 13- 17

Me gustaría empezar la homilía situándonos quince días antes de la escena del bautismo de Jesús que hoy hemos contemplado.

Jesús, quince días antes, está en su casa, en Nazaret, con su madre, y entiende que ha llegado el momento de partir, el momento de iniciar su vida pública, y marchar de casa. No quiero centrarme en la relación madre-hijo, sino en el itinerario que hace de Nazaret a la zona del río Jordán donde Juan bautizaba. Un itinerario de más de cien kilómetros, estaría cinco-seis días para hacerlo, haciendo vivac, “vivaqueando”, durmiendo al raso, cansándose, comiendo de lo que llevaba, pidiendo comida a las casas que se encontraba en el camino, bebiendo agua del río, pasando calor, por la noche un poco de fresco, hablando con otros peregrinos que iban a encontrar a Juan. A mí me impresiona mucho esta contemplación de la vida itinerante de Jesús.

¡Dios caminando entre los hombres, como un hombre cualquiera! ¡Qué abajamiento! ¡Qué pobreza! ¡Qué sencillez! ¡Qué humildad! A mí este Dios me admira profundamente, Jesús itinerante me emociona, me enamora. Contemplarlo itinerante me ayuda a ser más pobre, más sencillo, más humilde.

Hemos de confrontar nuestros estilos de vivir con el estilo de vivir de Jesús, y ver el qué.

Ahora estamos de rebajas. Un día de estos, yendo en coche escuché un programa de radio donde a las personas que iban a comprar les hacían dos preguntas: ¿cuánto se gastará? ¡Casi todos entre doscientos-trescientos euros! Segunda pregunta: ¿necesita esto que se comprará? Respuesta más habitual: “no”; segunda respuesta más habitual: “es un capricho”. No puede ser. Hemos cambiado el “pienso luego existo”, por el “consumo luego existo” (y los adolescentes le añaden el “me conecto luego existo”).

Es triste decirlo pero es preciso hacerlo: malgastar el dinero es pecado, comprar cosas que no necesitamos, es pecado. Es pecado porque va contra los valores de Jesús. Es pecado porque nos perjudica, y perjudica a nuestros hermanos necesitados.

En nuestra oración contemplamos a Jesús itinerante, sencillo, pobre, humilde, y feliz, y feliz. Y tendremos ganas de vivir como él.
Segunda idea. Hoy, quizás, nos hemos hecho una pregunta: cómo enlaza el tiempo de Navidad y la fiesta del Bautismo de Jesús, donde Jesús ya es mayor, ya no es un niño.

Tiene mucho sentido y es muy fácil. Durante la Navidad no hemos celebrado sólo un nacimiento, sino que hemos celebrado la manifestación de Dios, Dios que se ha manifestado a los hombres. En los tres evangelios sinópticos, la primera manifestación pública de Jesús es su bautismo. De aquí que el tiempo de Navidad quiera incluir esta primera manifestación pública de Jesús. Ya no es una estrella, ni unos ángeles los que nos indican a Dios, es Dios Padre quien habla del Hijo.

Entender la Navidad como manifestación de Dios es lo que hace que, muchas veces, la liturgia vincule: la Epifanía, el Bautismo de Jesús y las Bodas de Canaán (primera manifestación de Jesús en el evangelio de Juan).

Entender la Navidad como manifestación de Dios, también nos permite hacer una afirmación rotunda: el cristianismo es la única religión que tiene un Dios que se ha manifestado visiblemente. Para las otras religiones, Dios es invisible, para la nuestra no, Dios tiene un rostro, el de Jesús de Nazaret.

Estamos tan acostumbrados, que no paramos atención: Dios se ha manifestado, Dios se ha revelado, aproximémonos y acojamos su revelación.

Tercera idea: si miramos la escena de hoy en el evangelio, es una escena extraña: Juan Bautista, un hombre, bautizando a Jesús, Hijo de Dios. Jesús, igual a nosotros en todo excepto en el pecado, recibiendo un bautismo de purificación. Es una escena extraña, y si sólo ponemos el foco en esta escena no la podemos entender. Es necesario ampliar las miras para entenderla.

Sigo al Papa Benedicto en su libro Jesús de Nazaret, tercera parte. “Sólo desde la cruz y la resurrección se puede entender del todo, el sentido del bautismo de Jesús”. Jesús en su bautismo, está aceptando morir por los pecados de la Humanidad. Me explico: Juan hacía un bautismo de purificación, que limpiaba de los pecados a los que querían cambiar de vida. Podríamos decir que todo el pecado que “ha quedado en el agua del río” será asumido por Jesús, cargado por él. Jesús bautizándose acepta morir por los pecados de la humanidad. Y no sólo se carga el pecado de la Humanidad, sino que transforma el agua. Gracias a Jesús, el agua que limpia del pecado, que purifica, se convertirá en un agua viva que da vida al mundo. Es el agua que sale de su costado, es el agua del Bautismo.

Y ante este gesto de Jesús, la complacencia del Padre y la nuestra.







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