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Domingo XXVI T.O.: "Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna"

Sat, 24 Sep 2011 23:01:00
 

CAMINEO.INFO.-

Ez 18,25-28
Sal 24, 4-9
Flp 2,1-11
Mt 21,28-32

De entrada esta parábola puede parecer un poco simplista. Uno dice que sí y no va, el otro dice que no y sí que va. Y queda muy claro quien ha hecho lo correcto.

Pero la parábola de Jesús no va por este camino tan simplista. El contexto de esta parábola nos ayuda a entenderla. Antes de esta parábola dos escenas: Jesús maldice una higuera porqué no encuentra fruto, y después los grandes sacerdotes y los notables del pueblo le preguntan con qué autoridad hace lo que hace, y la escena de después de la parábola de hoy es la explicación de la parábola de los viñadores homicidas.

Todos estos textos hablan de la no aceptación de Jesús por parte de los grandes sacerdotes y de los notables del pueblo. Y es en este contexto que la parábola de hoy se nos hace más comprensible.

El hijo que dice que sí, pero después no va simboliza a los maestros de la ley, fariseos, grandes sacerdotes, que de entrada han dicho que sí a Dios, pero después con su vida están negando a Dios, porqué están rechazando a Jesús,... (¡No quieren trabajar en la viña!, con el simbolismo que esto tiene.)

El hijo que dice que no simboliza a los pecadores, publicanos y prostitutas que de entrada negaban a Dios, con la vida que llevaban, pero después se han arrepentido de su vida de pecado y ya escuchando a Juan Bautista se empiezan a convertir y ahora han acogido a Jesús, escuchan a Jesús, siguen a Jesús, y han cambiado de vida.

Por esto Jesús después de la parábola dice: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios”, porqué se han arrepentido de su vida, y han acogido la salvación, han acogido a Jesucristo, y han cambiado de vida.

Éste es el tema que hoy nos plantea la primera lectura y el evangelio: reconocer el mal que se ha hecho y cambiar de vida... (por la acogida que hacemos de Jesús)

En la primera lectura se nos decía: “Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”. Reconocer el mal que se había hecho y cambiar de vida, cambiar de actitudes.

Y en el evangelio Jesús dice que esto es lo que han hecho los publicanos y las prostitutas...

Porqué este cambio de vida sea real, posible, las lecturas nos iluminan que hacen falta dos cosas:

1. Reconocer el mal que se había hecho. “Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”. Todos hemos de reconocer el mal que hemos hecho... Dice San Juan de la Cruz, que un pájaro puede estar atado por un hilo o por una cadena, la consecuencia es la misma: no puede volar. Y lo explica para indicar que el crecimiento en la vida cristiana puede estar obstaculizado por grandes pecados o por pequeños pecados consentidos, contra los cuales no se lucha. Sea una cosa u otra la consecuencia es la misma: no se avanza. Hace falta reconocer el mal en nosotros...

Nos hace falta una determinada determinación para luchar contra el pecado que hay en nosotros, y esto sólo es posible si antes hacemos lo que dicen las lecturas “reconocer el mal que se había hecho”.

No podemos sustituir la conversión y la fidelidad al evangelio por la mera práctica religiosa. No podemos caer en el gravísimo error de que nosotros no necesitamos conversión…

¿Cuál es el problema de los grandes sacerdotes y de los notables del pueblo? que se creen buenos y justos, y esto les cierra para acoger a Jesús que se presenta como Salvador de los pecadores. Sin la humildad de reconocer el mal que hacemos no podemos acoger a Jesús Salvador…

¿A quién nos parecemos más a los sumos sacerdotes y ancianos que se creen buenos y no creen que necesiten convertirse o a los publicanos y las prostitutas que reconocen su pecado y desean convertirse? ¿A quién…?

Es un tema crucial, sino la dureza de las palabras de Jesús estaría fuera de lugar.

2. Para que este cambio de vida sea posible las lecturas nos iluminan una segunda idea: “hacer lo que el Padre quiere”. Decía Jesús en la parábola: “¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?”.

Con esta parábola Jesús nos pregunta hoy a nosotros: ¿Estáis haciendo lo que el Padre quiere?

Jesús en otra escena dice: “No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.

¡¡Hace falta tener el anhelo de descubrir lo que el Padre quiere de nosotros!!

La Beata Teresa de Calcuta en el año 1942 hizo un voto privado, lo explica así: “Hice un voto a Dios, obligándome bajo pena de pecado mortal, a dar a Dios todo lo que me pidiera, a no negarle nada”. Y en este darle a Jesús todo lo que le pedía encontraba su alegría más profunda. Hasta el punto que decía: “Cuando veo a alguien triste pienso siempre que le está negando algo a Jesús”.

Acabo con el salmo 24 que hoy hemos rezado:

Señor, enséñame tus caminos,
Instrúyeme en tus sendas:


Haz que camine con lealtad;
Enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,












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