CAMINEO.INFO.- Quisiera hoy iluminar la Palabra de Dios a partir de las palabras del papa Benedicto XVI en la Jornada Mundial de la Juventud y de la experiencia que hemos hecho los que hemos podido participar en ella.
En la primera lectura el profeta Jeremías decía: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste”. Seducidos por el Señor: ésta es también la experiencia de los jóvenes que participábamos de la Jornada Mundial de la Juventud. No estábamos allí porque el papa nos caiga bien, estábamos allí porqué el Señor nos ha tocado el corazón, nos ha seducido.
Nos decía el papa en la homilía del domingo: “Al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos (cf. Jn15,15). Él viene a vuestro encuentro y desea acompañaros en vuestro camino, para abriros las puertas de una vida plena, y haceros partícipes de su relación íntima con el Padre.”
Esto es lo que hemos experimentado los jóvenes, y todo cristiano: Jesús nos mira, nos ama, nos viene a encontrar, nos introduce en una relación de amistad, y hace camino con nosotros. Y todo esto con una finalidad: llevarnos a una vida plena.
Esto no es una teoría, no son unas ideas, es una realidad, por esto había más de 1.500.000 de jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud. Por esto, cuando el sábado por la noche se hizo la exposición del Santísimo se hizo un silencio absoluto, era impresionante estar en medio de aquel silencio, un silencio lleno de plegaria personal de cada uno hacia Jesús.
Si una cosa se puede destacar de la Jornada Mundial de la Juventud es la alegría que hay mires donde mires... Pues, toda la alegría que veíamos tiene un origen: la relación de amistad con Jesús...
El viernes por la tarde estuve confesando casi 3 horas en el “Parque del Retiro”, para mí fue una experiencia espiritual intensísima, disfruté mucho, y me pasó el tiempo rapidísimo, porqué veías como Dios había tocado y estaba tocando la vida de aquellos jóvenes que se confesaban... (Un gran privilegio...) La frase que más repetí fue: “El papa en la primera encíclica que escribió y en el primer punto de la encíclica nos ha dicho: No se empieza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea, se empieza a ser cristiano por el encuentro con una persona que da una nueva orientación a tu vida...
Todas las palabras del Papa apuntaban insistentemente a este encuentro con Jesucristo.
Volvamos a la primera lectura donde el profeta Jeremías se quejaba amargamente de las dificultades con las que se encontraba. El papa también nos ha hablado de nuestras dificultades: “Queridos amigos, que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra.” “Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría.”
Siempre, en nuestra vida habrán, dificultades, adversidades, sufrimientos, pero unidos a Cristo nada no tememos. Él está en nosotros...
En el Evangelio hemos visto como Pedro rehúsa la cruz y Jesús le dirige unas duras palabras, quizás las palabras más fuertes que Jesús dirige a alguien, Jesús responde así porqué en el entender la sabiduría de la cruz nos lo jugamos todo.
En el vía crucis del viernes el papa nos decía al acabar unas palabras que nos iluminan todo esto...: “Que sepamos acoger estas lecciones y llevarlas a la práctica. Miremos para ello a Cristo, colgado en el áspero madero, y pidámosle que nos enseñe esta sabiduría misteriosa de la cruz, gracias a la cual el hombre vive. La cruz no fue el desenlace de un fracaso, sino el modo de expresar la entrega amorosa que llega hasta la donación más inmensa de la propia vida.”
Jesús en la cruz nos presenta una nueva manera de amar. Y nos la presenta con mucha fuerza para que oriente nuestra vida... Jesús en la cruz nos dice que amar es darse a los otros totalmente, no quedándose nada para uno mismo. Amar es buscar el bien de los otros anteponiéndolo al propio bien. El amor es capacidad de sufrir por los otros...
Amar así es lo que decía el evangelio: negarse uno mismo, tomar nuestra cruz y acompañar al Señor, y por este camino, sólo por éste, encontramos la vida.
Jesús nos ha dicho hoy: “El que quiera venirse conmigo...”. Hagamos, ahora que iniciamos el curso, una opción más fuerte, más valiente, más intensa, por la persona de Jesucristo para que nos dé un corazón capaz de amar como el suyo...
