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Portada:: Habla el Obispo:: Cardenal Carlos Osoro Sierra:: EN EL DINAMISMO DE LA ACOGIDA ESTE VERANO EN VALENCIA


CAMINEO.INFO.-




EN EL DINAMISMO DE LA ACOGIDA ESTE VERANO EN VALENCIA

Mon, 12 Jul 2010 10:01:00
 

CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA- Cuando llega este tiempo de verano, me dirijo a todos los cristianos y hombres de buena voluntad que estáis en Valencia. Son muchas las personas que en este tiempo llegan a Valencia de otras partes del mundo; sois muchos los valencianos que viviendo aquí, os trasladáis de un lugar a otro, ya sea para pasar unos días en el sitio de origen o en otro lugar donde con vuestro esfuerzo habéis conseguido una casa de vacaciones; otros muchos os quedáis en el mismo paradero de siempre pero viviendo en este tiempo con unas connotaciones especiales. Los cristianos que caminamos en Valencia tenemos en este tiempo una nueva oportunidad de acoger y de anunciar a Jesucristo, de hacerlo creíble.

¿Cómo? En estos ámbitos nuevos en los que desarrollamos nuestra vida, tenemos la posibilidad de encontrar la originalidad que tiene esa nueva manera de vivir que nos ofrece Jesucristo. ¿Por qué no hacemos la experiencia? Un hombre excepcional como fue San Pablo vivió esta experiencia en el camino de Damasco. Sin ningún miedo, se dejó interpelar por Jesucristo que le salió al camino. Con aquella luz que lo cegó, vio que se le ofrecían otras posibilidades para hacer el camino de su vida. Y él las aceptó, porque descubrió la vida con un sentido diferente y más hondo. ¿Por qué no podemos ser nosotros esos mismos que recibamos sin miedos la luz que viene de Jesucristo? Ciertamente, la experiencia enseña que quien se deja iluminar por esa luz tiene una manera nueva de estar en la vida: ahí tenemos a la pléyade de testigos de la fe que muchos de ellos han caminado con nosotros.

Permitidme que os diga a las familias cristianas, precisamente en este tiempo, que os dejéis iluminar por esa luz. La familia tiene una capacidad original y única de transformación de la sociedad. Dejad que la luz de Jesucristo entre en vuestras vidas: en la de los esposos y en la de los hijos. ¡Qué diferencia más abismal de perspectivas! En el verano, vais a estar más tiempo juntos; las relaciones se van a hacer más intensas y pueden ser más profundas, ya que tenéis más tiempo para vivir desde la hondura de lo que sois. Todas las familias cristianas tenéis una oportunidad de vivir la gracia de lo que es la familia cristiana. Vivid la comunión interpersonal de amor y de vida.

En esta situación vacilante de crisis, más que nunca necesitamos que pongáis el acento en el amor interpersonal auténtico, un amor fiel, único, exclusivo, totalizante y para toda la vida. Descubrid la grandeza del mismo. Sed una comunidad abierta con proyección social y eclesial, positiva y solidaria. Orientad así vuestra acción de esposos y la educación de vuestros hijos mediante la transmisión de los auténticos valores. Creedme que la fe, la esperanza y el amor de Cristo contribuyen a la santificación del mundo desde dentro a modo de fermento.

Este verano, estoy seguro de que el Señor nos da una posibilidad nueva y nos ofrece para vivir nuevas realidades que enriquecen nuestra existencia. Suscitemos el dinamismo de la acogida:

1. Seamos capaces de suscitar un nuevo dinamismo, en la vida y en las vidas de los que nos rodean, que nace de la acogida. Ese dinamismo confiere la tensión de la búsqueda permanente, que nos hace más humanos. Quien busca encuentra. El dinamismo de la acogida es el que nos enseña Jesucristo con su vida. Nadie se sintió al lado del Señor extraño, indiferente, pasando de todo. Nunca el Señor se puso en contra del otro, sino que su acogida nos conducía a situarnos ante nosotros mismos y a favor del otro. A este respecto, recordemos el encuentro de Jesús con Zaqueo. La acogida del Señor de su persona y de toda su familia, suscitó en Zaqueo la necesidad de situarse ante sí mismo y de descubrir que tenía que hacer un cambio de vida. Por otra parte, le llevó también a situar la vida a favor siempre de los otros (cf. Lc 19, 1-10).

En el verano abundan los diversos encuentros que tenemos la posibilidad de realizar: más tiempo en la familia, más tiempo con los amigos, más posibilidades de conocer nuevas personas. Dejemos que el Señor suscite ese dinamismo de Él en nuestras vidas, y en la acogida, tal y como Él la entendió. Hagamos que nuestra tierra sea lo que siempre fue, lugar de acogida y no de aparcamiento, lugar de distensión. Acojo al otro para que se dé a los demás, no lo acojo para mí, lo acojo para sí. Hagamos de nuestra tierra escuela de proximidad, semillero de fraternidad, escuela de solidaridad.

2. Seamos capaces dejar que se potencie en nuestra vida y en nuestra tierra el dinamismo de la acogida inteligente. Me explico. Estamos en el mundo para hacer lo mismo que el Señor hace con nosotros cuando le dejamos entrar en nuestra vida. En esa entrada nos abre la mente, nos entrega una visión nueva, nos da vista, nos agranda y desatasca el corazón. A la larga todo esto ayuda a hacerse verdadero, que es lo mismo que aprender a vivir y tener un criterio de verdad, que no es el del ilustrado que responde fríamente a las cuestiones que le preguntan con sus palabras y razones y por eso son respuestas frías, sino que nos hace entrar a la verdad por el amor. A este respecto, recuerdo el texto del ciego de Jericó que sentado junto al camino pedía limosna, y sintió el paso y el amor del Señor a quien gritó con fuerza, “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”. Y en esa situación el Señor le acoge inteligentemente y le dice, “¿qué quieres que te haga?”. La respuesta del ciego fue contundente: “¡Señor, que vea!”. Realmente, la acogida que efectúa el ciego, del Señor, le hace ver con una profundidad especial y única, le hace entrar en la verdad regalándole su mismo amor y llevándole a vivir de él. Precisamente por eso, “el pueblo, al verlo, alabó a Dios”. Disponemos de un nuevo verano para hacer lo mismo que el Señor y permitir que en la vida de otros suceda la experiencia del ciego, que otros vean lo que realmente hay que ver, tengan entrada en la verdad por el amor que el Señor hace caer en sus vidas.

3. Seamos capaces de dejarnos acoger por Jesucristo. Nadie se vuelve grande sin la apertura a quien es realmente Grande, a quien es Camino, Verdad y Vida. La historia nos enseña que la referencia a quien es Roca que sostiene, da seguridad, hace afrontar todo desde unas dimensiones absolutamente nuevas, tal y como nos ha sido revelado por Jesucristo. No acoger a Jesucristo introduce al ser humano en un avasallamiento de su existencia que empobrece, lo rompe, le altera su identidad y le expulsa de la posibilidad de tener un desarrollo de la vida en todas las dimensiones de la misma. Es cierto que la apertura a Jesucristo produce la conversión que es imprescindible para transformar nuestra vida y darle la identidad verdadera. Dejémonos acoger y seamos agradecidos de ser acogidos por Jesucristo, que no tiene inconveniente en enseñarnos a querer, a saber más, a poder mucho más, a esperar siempre y a orar o establecer un diálogo permanentemente con Él.

Con el deseo de que viváis un verano diferente porque entréis en el dinamismo de la acogida, con gran afecto, os bendice


+ Carlos, Arzobispo de Valencia







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