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Portada:: Habla el Obispo:: Cardenal Carlos Osoro Sierra:: Carta semanal de Monseñor Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia

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Carta semanal de Monseñor Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia

Sat, 24 Apr 2010 10:01:00
 

CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA- Ante la XXVII Jornada “Valencia Misionera”, este domingo 25 de abril, quiero acercarme a vosotros para seguir diciendo “es la hora de la misión”. Sí, “es la hora de tu compromiso misionero”. El Concilio Vaticano II afirmó con claridad la constitución misionera de la Iglesia: la Iglesia peregrinante es misionera por naturaleza (AG 2), toda la Iglesia (y por tanto todo en la Iglesia) es misionera (AG 35). A la misma esencia de la Iglesia compete el ser portadora de una misión.

Jesucristo quiso a la Iglesia comprometida radicalmente con su propia misión. Él era el enviado por el Padre, en su ser profundo llevaba una misión: tenía que llevar adelante el plan divino de salvación que encuentra su fundamento y su fuente en el Padre. Por ello, la Iglesia en su misión no puede ser más que epifanía y realización del plan divino de salvación. La Iglesia existe para evangelizar, es decir, para anunciar el Evangelio, la buena noticia de la salvación, tal como hizo Jesús desde el comienzo de su vida pública (cf. EN 14). Ello nos implica totalmente como miembros de la Iglesia; nada puede quedar al margen de ese deber fundamental. Y aquí tiene una audición especial el lema de esta Jornada “Jesús llama a estar con Él y a enviarnos”, “es la hora de tu compromiso misionero”.

La misión en la Iglesia y en cada uno de nosotros pertenece a la estructura íntima de lo que es la Iglesia en su relación con Jesucristo. En la historia hay dos grandes protagonistas: Dios y los hombres con su mundo. Y entre ambos protagonistas se sitúa como realidad un fragmento de humanidad que escuchó la llamada del Señor y que fue diseñada por el mismo Jesucristo, que sirve de mediación entre ese Dios y el conjunto de la humanidad. Ese fragmento es la Iglesia que escucha renovadamente al Señor e interioriza la misión misma del Señor: “Id y anunciad la Buena Nueva a todos los hombres”. Los miembros de esa Iglesia somos nosotros y por ello asumimos con pasión la misión que el Señor puso en su estructura constitutiva.

“Es la hora de tu compromiso misionero”. Toda la Iglesia enviada en misión. Este es nuestro compromiso y nuestra responsabilidad. Cualquiera que sea el carisma y el ministerio de cada uno, tenemos el deber de emprender y seguir las huellas del Maestro, anunciar el año de gracia, la Buena Noticia. Todo el Pueblo de Dios en cada momento de su peregrinar en la historia está llamado a compartir la sed del Redentor (cf. Jn 19, 28). Para concretar este compromiso misionero, que como Pastor vuestro os pido, voy a subrayaros tres claves:

1) EUCARISTÍA: Volver a Cristo, pues la Iglesia en el tercer milenio tiene que presentarse con el mismo anuncio que lo hizo al principio: Jesucristo es el Señor; en Él, y en ningún otro, podemos salvarnos (cf. Hch 4, 12). En contextos plurales éticos y religiosos, es necesario confesar y proponer a Cristo como el único salvador del mundo y de todos los hombres, como aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida. De tal modo que provoquemos la misma pregunta del principio de la evangelización, “¿qué hemos de hacer, hermanos?” (Hch 2, 37). Jesús está presente, vive y actúa en su Iglesia. Por el don del Espíritu Santo continúa sin cesar su obra salvadora. Encontramos a Cristo de una manera verdaderamente única en la Eucaristía. Esta presencia se llama real porque es sustancial, se hace presente Cristo, Dios y Hombre, entero e íntegro. La Eucaristía es presencia salvadora de Jesús en la comunidad de los fieles y alimento espiritual. “Es la hora del compromiso misionero” que pasa necesariamente por cultivar una constante relación con la Eucaristía.

2) CONVERSION: En un momento histórico como el que vivimos, caracterizado por la presencia de concepciones y mentalidades a menudo incompatibles con el Evangelio, es necesario y urgente hacernos presentes con el rostro claro del Señor y actuar con entusiasmo en la obra de la nueva evangelización. Acojamos la llamada que el Señor nos hace a la conversión. Abramos la vida al Señor y dejemos que entre Él en nosotros y formule nuestra vida de tal manera que sintamos con alegría y pasión que “es la hora del compromiso misionero”. Nunca entremos en vivir en la desesperanza, pues eso anula el compromiso misionero. Nunca caigamos en tener en nuestra vida grietas que la disgreguen, es la hora del compromiso misionero y por ello de la comunión.

3) TODA LA IGLESIA: Hemos de sentir que es toda la Iglesia enviada a la misión, sacerdotes, consagrados y laicos. “Es la hora de tu compromiso misionero”.
Los sacerdotes estamos llamados de un modo especial a celebrar, enseñar y servir el compromiso misionero y para ello tenemos que conformar toda nuestra vida y nuestra acción con Jesucristo. En este Año Sacerdotal, se nos llama con especial intensidad a redescubrir que estamos convocados a prolongar la presencia de Cristo, único y supremo pastor, siguiendo su estilo de vida, su transparencia de vida. Ese compromiso misionero pasa necesariamente por entregar tal y como quiere la Iglesia la presencia real de Cristo en el misterio de la Eucaristía y el perdón del Señor en el Sacramento de la Penitencia.

Los consagrados con su testimonio son elocuente expresión del compromiso misionero de la Iglesia, regalando a los hombres el anuncio de la supremacía absoluta de Dios y de la posibilidad real de vivir los hombres como hermanos con la expresión de la vida fraterna y con la atención a los más necesitados.

Los laicos aportan su compromiso misionero, ya que por medio de ellos la Iglesia se hace presente en los más variados sectores del mundo, participando en la misión de la Iglesia, dando testimonio de la fe cristiana desde las diversas situaciones que viven los hombres y desde los diversos interrogantes que la vida plantea.

En esta Jornada XXVII de Valencia Misionera, no puedo dejar de recordar la necesidad que tenemos de cultivar vocaciones de entrega total por el Reino. Ese cultivo tendrá lugar cuando a los jóvenes les presentemos sin recortes la persona de Jesucristo, de forma tal que prenda en ellos una esperanza que les impulse a dejarlo todo para seguirle.

En esta Jornada, cuando vamos acercándonos a su festividad, invoco a la Mare de Déu dels Desamparats. La “Nostra Mare” también es misionera. Acompaña en su corazón a cada uno de nuestros misioneros valencianos esparcidos por el mundo. La Virgen, en las bodas de Caná , se da cuenta de la necesidad que tiene aquella familia de la presencia de su Hijo. Ella interviene de una manera singular, convirtiéndose en la primera misionera, y abre caminos para que su Hijo Jesucristo se hiciera presente en aquella situación, como lo sigue haciendo ahora. Mare de Déu, intercede por nosotros, para que todos y cada uno demostremos nuestro compromiso misionero.

Con gran afecto, os bendice

+ Carlos, Arzobispo de Valencia







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