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CAMINEO.INFO.- Fr. Jesús Sanz Montes, ofm




“A San Sebastián llega un joven y gran obispo”

Sun, 10 Jan 2010 07:21:00
 
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm

CAMINEO.INFO.- No es la solidaridad corporativa lo que me mueve a escribir esta carta abierta a un hermano obispo. Es mucho más. Es una comunión verdaderamente fraterna que tantas veces le he manifestado en la discreción y que hoy quiero decir en voz alta.

Han sido muchas las personas que han visto como un exceso desmedido en todo punto lo escenificado en ciertos ambientes ante el nombramiento del nuevo obispo de San Sebastián. Conozco a Mons. Munilla desde el seminario donde coincidimos en Toledo. Él fue allí desde su Guipúzcoa natal para obedecer al entonces obispo de San Sebastián, que fue quien le envió. Acabados los estudios en su Diócesis, al poco tiempo fue ordenado. Su trabajo como párroco en Zumárraga le hizo famoso, pero no por la proximidad o lejanía a los postulados políticos de uno u otro signo, sino por anunciar a Jesucristo, por aparecer como fiel hijo de la Iglesia Católica. Esta identidad cristiana no era reaccionaria, ni beligerante, ni politiquera. Era sencillamente eclesial.

Los que practicaban la hostilidad hacia la Iglesia tenían enfrente a este sacerdote joven de sólidas convicciones y de profunda espiritualidad. Los que dentro de la Iglesia mantenían ambigüedades o claras disidencias en el campo litúrgico, sacramental, pastoral o teológico (y los había en todos los estamentos sin excluir ninguno), tenían también enfrente a José Ignacio Munilla.

Como tantas veces sucede, este cura y luego obispo era saludado con enorme esperanza por la mayoría del pueblo de Dios sencillo y fiel, y denostado por la minoría del “aparato” político y clerical que durante demasiado tiempo habían concebido la Iglesia tal y como la Iglesia de Jesús no es, rompiendo con la tradición de un pueblo particularmente religioso y eclesial. Pero ¿por qué era tan “molesto” Munilla? ¿Tenía acaso un zulo de inquisición, organizaba guerrillas pastorales o entrenaba a terroristas de incensario? Quien le ha tratado, quien le ha escuchado, sabe que no es así. Sencillamente vive su sacerdocio con toda pasión y fidelidad, reza, estudia, sabe dar razón de su esperanza y sabe dar testimonio de su fe de tantos modos, incluyendo los medios de comunicación. No tiene más “línea pastoral” que la de la Iglesia en su magisterio y en su tradición viva. Han tenido sitio en su corazón cualquier pobre o cualquier víctima. Y de una manera especial, los jóvenes han encontrado en él un cura al que abrir sus preguntas, saberse acompañados en sus incertidumbres, y encontrar seriamente su camino en la Iglesia diciendo sí a la vocación recibida. Son un buen grupo de jóvenes que ya son sacerdotes, o monjas contemplativas, o que han fundado familias cristianas.

Sin ser un premio ni tampoco una conquista, el Señor nos llama a algunos para que continuemos lo que inmediatamente confió a los Apóstoles: ir al mundo entero y anunciar el Evangelio con todas las consecuencias. Podemos equivocarnos, en algún momento no llegar o traspasar la línea roja, pues nuestra humana condición da para eso y para mucho más. Por eso pedimos perdón cada día en la misa, y cuantas veces haga falta. Pero no nos gusta que pongan en nuestros labios lo que jamás hemos dicho, o que digan que firmamos lo que nunca hemos escrito. Podemos ser objeto del pim-pam-pum de turno, fuera y dentro de la Iglesia, cuando a alguien no le gusta lo que sí decimos y firmamos. Y crea insidia y malestar cuando alguien se empeña en escuchar de nosotros lo que Dios y su Iglesia no quiere decir a través de nuestros labios. La tentación entonces es callarse o hablar de lugares comunes y piadosos, pero el Señor nos da la gracia de la fortaleza sin hacernos prepotentes, la gracia de la firmeza sin caer en la dureza, la gracia de la ternura misericordiosa sin caer en el sentimentalismo.

A San Sebastián llega un joven y gran obispo. Dios sea bendito.







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