CAMINEO.INFO.- Fiel a la tradicional cita con las autoridades de Roma y de la Región del Lacio en ocasión del intercambio de felicitaciones a principios de año, Benedicto XVI ha recibido esta mañana en el Vaticano al alcalde de Roma, al presidente de la provincia y al vicepresidente de la Región lacial. El Papa en su discurso ha hecho una reflexión sobre la realidad del territorio en el cual “desde hace dos mil años está presente el Sucesor de Pedro como obispo de Roma y arzobispo metropolitano de la provincia eclesiástica romana, que comprende todo el Lacio”. El primer punto que ha abordado el Papa ha sido el de la crisis económica mundial que ha afectado también a los habitantes de Roma y de su región. El Pontífice ha expuesto sus dudas sobre el modelo de crecimiento económico del pasado y ha recordado que “el desarrollo humano para ser auténtico debe tener en cuenta al hombre en su totalidad y debe realizarse en la caridad y en la verdad”.
La persona humana, de hecho, está en el centro de la acción política y su crecimiento moral y espiritual debe ser la primera preocupación para aquellos que han sido llamados a administrar la comunidad civil. Es fundamental que todos los que han recibido de la confianza de los ciudadanos la alta responsabilidad de gobernar las instituciones tengan como prioritaria la exigencia de perseguir constantemente el bien común, que no es un bien buscado “en sí mismo”, sino para las personas que forman parte de la comunidad social y que solo en ellas pueden realmente y más eficazmente conseguirse su bien.
Benedicto XVI ha invitado a los administradores de Roma y del Lacio a que la persona humana y la familia constituyan el principio inspirador de su actuación. En este sentido el Papa se ha hecho eco de la realización de nuevas áreas en la ciudad y ha pedido que la construcción de las nuevas viviendas se haga pensando no sólo en barrios dormitorio. “Es necesario -ha dicho- que se prevean aquellas estructuras que favorecen los procesos de socialización, evitando así que surja y se incremente la cerrazón en el individualismo y la atención exclusiva a los propios intereses”. Por otra parte, el Santo Padre ha insistido en la necesidad y la urgencia de ayudar a los jóvenes a que proyecten su vida “sobre valores auténticos, que encuentran en el patrimonio religioso y cultural cristiano una de sus expresiones más sublimes”.
“Hoy las nuevas generaciones quieren saber quien es el hombre y cuál es su destino y buscan respuestas capaces de indicarles el camino que han de recorrer para fundar la existencia sobre valores perennes. En particular, en las propuestas formativas acerca de los grandes temas sobre la afectividad y la sexualidad, tan importantes para la vida, es necesario presentar a los adolescentes y jóvenes caminos que favorezcan la banalización de estas fundamentales dimensiones de la existencia humana”.
Con tal fin, la Iglesia -ha afirmado Benedicto XVI- pide la colaboración de todos, en particular de quienes operan en la escuela y en el campo de la educación para educar así a una visión alta de lo que es amor y la sexualidad humana.
Deseo a este propósito, invitar a todos a comprender que, pronunciando sus “no”, la Iglesia, en realidad dice “sí” a la vida, al amor vivido en la verdad del don de darse a sí mismo, al amor que se abre a la vida y no se encierra en una visión narcisista de la pareja. La Iglesia está convencida que sólo tales opciones pueden conducir a un modelo de vida, en el cual la felicidad es un bien compartido. Sobre estos temas, así como el de la familia fundada en el matrimonio y sobre el respeto a la vida desde su concepción a su término natural, la comunidad eclesial es fiel a la verdad, que es garantía de libertad y de la posibilidad de un desarrollo humano integral.
El Papa, finalmente, ha exhortado a las autoridades competentes a prestar una “atención constante y coherente” al mundo de la enfermedad y del sufrimiento.
Las estructuras sanitarias, tan numerosas en Roma y en el Lazio, que ofrecen un importante servicio a la comunidad, sean lugares en los que confluyan gestión atenta y responsable de la cosa pública, competencia profesional y entrega generosa hacia el enfermo, cuya acogida y cuidado, deben ser el criterio principal de cuantos trabajan en este ámbito.