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Portada:: Razón y Fe:: Jorge Enrique Mújica, LC:: La «paternidad» en las pantallas





La «paternidad» en las pantallas

Mon, 15 Jun 2015 07:03:00
 

El título de esta presentación aprovecha el juego de palabras para anunciar que vamos a tratar dos puntos. En el primero se presenta una tesis: no pocas series televisivas son catalizadoras de la propuesta de uniones homosexuales (equiparadas al matrimonio) como primer paso de sensibilización para su aceptación e implantación social y, posteriormente, para reclamar el derecho a la adopción y, por consiguiente, de una así llamada forma de «paternidad gay».

Las plataformas de video bajo demanda en la web (YouTube, Vimeo, Yahoo, etc.) posibilitan que esas series superen los límites geográficos del país donde fueron producidas convirtiéndose  en exportadoras de nuevos «modelos culturales de "familia"». La tesis anterior es una dato que puede deducirse de la relación de dos informes en los Estados Unidos y que más adelante se desglosan.

Contrastantemente, el segundo punto dirige nuestra atención a esas «otras pantallas» donde millones de personas están conociendo y experimentando la paternidad espiritual propia del cristianismo –la del sacerdote–, concretamente en una plataforma de red social como la de Twitter.

1. La «otra paternidad» en las pantallas

Paralelamente a las elecciones presidenciales del pasado 6 de noviembre de 2012, más de 170 temas fueron sometidos a referéndum en 38 estados de la Unión Americana: desde la financiación estatal de abortos, pasando por la legalización del uso de la marihuana con fines recreacionales, la pena de muerte, la obligación del uso de condones por parte de actores de cine pornográfico, hasta la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo bajo la denominación de «matrimonio».

Sobre ese último tema, la población de los Estados de Washington, Maine y Maryland votó a favor del «matrimonio gay».

En Maine el 53% de la población (336,071 personas) dijeron «sí», respecto al 47% (329.143 personas) que votaron por el «no»; en Maryland el 52% de la población votó por el «sí» (1,258.952 personas), contra el 48% que votó por el «no» (1,156,578 personas); en Washington el 53% de los electores (1,527,272 personas) votaron por el «sí», mientras que el 47% (1,341,926 personas) votaron por el no. En el Estado de Minnesota el gaymonio no fue aceptado (51% contra el 48%[1]).

Respecto a los casos de Maine, Maryland y Washington, se trata de la primera ocasión en que los ciudadanos refrendan el gaymonio mediante consulta directa. Con anterioridad tuvieron que intervenir directamente los jueces para imponer su visión de lo que debería ser reconocido como matrimonio. Actualmente 20 Estados de la Unión Americana reconocen el gaymonio, mientras que 30 no lo hacen.

A. La evolución en la opinión pública

En 1996 apenas el 25% de los estadounidenses estaba a favor de la legalización de uniones entre personas del mismo sexo. Para 2010-2011, según un artículo del New York Times era la mitad de la población la que se mostraba favorable a la legalización del mismo tipo de uniones[2].

En mayo de 2011 el grupo demoscópico Gallup publicó los resultados de una investigación sobre la aceptación del gaymonio por parte de la población americana: por primera vez en la historia de Estados Unidos, la mayoría de sus ciudadanos estaba a favor de las uniones entre personas del mismo sexo: 53% del total nacional[3].

B. Gays en las pantallas

No pocas series de televisión han aumentado constantemente la presencia de personajes homosexuales hasta llegar a la sobre-representación.

Un estudio de «The Gay & Lesbian Alliance Against Defamation» (GLAAD), «Where We Are On TV» («¿Dónde estamos en televisión?»), muestra que en la temporada 2010-2011 los personas lésbico, gay, bisexual y transexual (LGBT) aparecieron en 84 programas de televisión americanos y en las principales series de las cinco cadenas de televisión más importantes y de mayor audiencia de Estados Unidos: ABC, CBS, The CW, Fox y NBC.

Joe Carter, blogger de la revista First Things, evidencia que hay muchos más personas homosexuales en la televisión americana de los que no habla del informe «Where We Are On TV»[4].

Un artículo de ACEPRENSA del 6 de junio de 2011 refleja más claramente los rasgos del estudio de la organización gay antes mencionada: «De los 84 programas emitidos por las grandes cadenas mencionadas, el informe identifica 37 personajes LGTB (23 habituales y 14 recurrentes), siempre presentados positivamente. Además, de los 30 programas de televisión por cable analizados en este informe, aparecen 53 personajes del mismo tipo (35 habituales y 18 recurrentes). Lo que suman un total de 94 personajes homosexuales de un total de 114 programas y series analizadas; algunas de ellas tan conocidas como The Good Wife, Modern Family, Glee, o Grey's Anatomy».

Estadísticamente los personas gays positivamente representados han ido en constante aumento: eran el 1,1%, en 2007; el 2,6%, en 2008; 3%, en 2009; y el 3,9 %, en 2010-2011.

La versión 2012[5] del mismo informe reconoció que la presencia de personajes gays llegó a la más alta de la historia de la tv americana: 4,4% del total de los personajes de las series temporada 2012-2013 (97 programas). O lo que es lo mismo, de los 701 personajes, 31 son LGTB.

Entre las cadenas de TV ABC tiene un 5,2% de personajes gays (10 de entre 194), FOX un 5,1% (6 de entre 118), CBS tiene un 2,8% (4 de entre 142 personajes). El informe refleja también un ascenso en las series de televisión por cable (citó HBO, FX, Adult Swim, ABC Family, MTV, Syfy y TeenNick) de 29 en la temporada anterior a 35 en la de 2012-2013.

Ya para el informe de 2011 Jarret Barrios, presidente del «The Gay & Lesbian Alliance Against Defamation» llegó a reconocer que «El aumento de personajes lésbicos, gays y bisexuales en el tiempo de mayor audiencia televisiva no sólo refleja el cambio experimentado por la cultura estadounidense hacia un nuevo entendimiento hacia nuestra comunidad, sino también que un creciente número de creadores y productores han adoptado un nuevo patrón cultural».

No es forzado deducir que la presentación positiva de protagonistas o co-protagonistas gays en la mayoría de las series con mayor audiencia repercuta en la percepción y aceptación de los «modelos» que esos programas presentan.

2. La paternidad en «las otras pantallas»

Actualmente millones de personas entran en contacto con otras gracias a las pantallas de los dispositivos móviles. A través de esas pantallas muchos seres humanos reciben, consultan y revisan material de toda índole en tiempo real.

El 12 de diciembre de 2013 el Papa emérito, Benedicto XVI, incursionó en Twitter, una de las plataformas de redes sociales de mayor penetración mundial y expansión.

Más allá de la polémica suscitada por entonces en torno a la conveniencia[6] o no de un perfil personal del Vicario de Cristo en Twitter, uno de los textos que mejor lograron captar la intencionalidad de fondo de la presencia del Santo Padre fue el artículo de Chiara Giaccardi en el diario Avvenire[7]. Decía el artículo:

Quisiera aprovechar la ocasión […] para ver cómo esto [el lanzamiento del perfil personal del Papa, n.d.r.] arroja una nueva luz sobre otro aspecto, relacionado sólo de manera aparentemente marginal: el papel del padre en la cultura contemporánea. En una época en la cual se multiplican las comprensibles reflexiones sobre "lo que queda del padre", sobre la evaporación de esta figura tradicionalmente central para el orden social y sobre sus consecuencias disgregantes, la presencia del Papa en Twitter […] nos abre a la posibilidad de una mirada diferentes sobre nuestros roles ordinarios».

Es verdad que unas semanas después del uso activo de la cuenta de Twitter del Papa el estudio sobre las reacciones suscitadas en la web mostraban no precisamente reverencia hacia Benedicto XVI[8]. En su artículo, Giaccardi también mencionaba que la imagen del padre seguía estando ligada, incluso inconscientemente, a un modelo de paternidad como ostentadora de la autoridad. De ahí que en la cultura hodierna, cuando se conteste la figura «tradicional» del padre (válido también para el Santo «Padre»), en definitiva se esté contestando la autoridad. Y por eso decía Giaccardi:

«El Papa nos muestra el modelo de un padre evangélico y bueno que al final hace superfluas las burlas, neutralizándolas. Y al mismo tiempo muestra, con la humildad de exponerse en un ambiente poco amistoso, haciendo prevalecer el don de la presencia al de la protección de sí mismo, lo infundado de tantas acusaciones banales. Sólo pasando por la humildad el padre puede  testimoniar hoy su propia autoridad. Y en esto el maestro es Jesús, que no rehusó humillarse a sí mismo hasta la muerte desactivando así cualquier pretensión "revolucionaria" de la violencia. Aprendamos entonces cómo se puede estar en las redes sociales de un inmigrante […] que quizá tartamudea la lengua de la tecnología, pero ciertamente sabe cantar la del amor y, haciéndolo, llega a iluminar el sentido más profundo del mismo ambiente digital».

La aparición de un perfil de un Papa en Twitter ha sido la coronación de una previa y surtida presencia de cardenales, obispos y sacerdotes que, en buena medida, prepararon el aterrizaje pontificio. Valga recordar que en el pasado Cónclave 14 de los 115 cardenales tenían cuentas personales en Twitter. La presencia pionera del mismo Benedicto XVI en Twitter facilitó que su sucesor se beneficiase de la platea telemática de la red de los 140 caracteres: la sociedad de innovación Almawaye realizó un estudio según el cual, tan solo en la primera semana de pontificado, Papa Francisco ganó un 79% de comentarios positivos-neutros del total de tuits relacionados con él, mientras que apenas un 21% tenía una connotación negativa o sarcástica. Un par de semanas después los comentarios positivos-neutros ascendieron al 90%.

En una selección de account de sacerdotes[9] en mi perfil personal en Twitter he individuado que este «colectivo» con más de 1,000 seguidores suelen tener una clara conciencia del tipo de comunicación que emiten precisamente en cuanto sacerdotes. Y esto, siguiendo la lógica del artículo de Giaccardi, es otra ejemplificación de la paternidad espiritual que los sacerdotes extienden a Twitter con su presencia y cercanía hacia los que, de otro modo, no la experimentarían.

Es verdad que, como decía el padre Lombardi en aquella famosa editorial titulada «La parábola del buon twittatore», «el mundo no se salvará a fuerza de Tweet», pero añadía también: «[…] sobre los mil millones de bautizados católicos y sobre los siete mil millones, algunos millones de personas podrán sentir más cercano al Papa también por esa vía [y análogamente también a todos esos sacerdotes y religiosos, n.d.r.], decir una palabra para ellos, una chispa de sabiduría para llevarse en la mente y en el corazón para compartir con los amigos»







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