BELLEZA VASCA

Vuelvo al relato inicial y quiero resaltar la belleza paisajística de las tierras vascas, sus preciosas ciudades y villas, y la amabilidad continua de sus gentes. Aunque había estado anteriormente, nunca había tenido la ocasión de vivir 15 días y ha sido una experiencia inolvidable. La ciudad de Bilbao posee un casco histórico que es delicioso recorrer: callejuelas empedradas que descubren el carácter más tradicional de sus antiguos habitantes, con bellos monumentos, pequeñas plazas, talleres de artesanía, pequeños comercios. Por allí se llega a la catedral de Santiago, la iglesia más antigua de Bilbao, la Plaza Nueva, con sus arcos porticados, el paseo del Arenal, corazón histórico de la ciudad, junto a las siete calles y la Ría de Bilbao. Desde esta zona parten los 213 escalones, o sea, las Calzadas de Mallona que conducen a la Basílica de Nuestra Señora de Begoña. No puedo dejar atrás el bello edificio del teatro Arriaga. Y está el Bilbao moderno, el que fue llamado el “ensanche”, con su larga y bonita Gran Vía, dedicada a D. Diego López de Haro, fundador de la ciudad cuya estatua se encuentra en la plaza Circular. Hay edificios magníficos como, por ejemplo, el palacio Chávarri, sede actual de la Subdelegación del Gobierno, el palacio de la Diputación Foral de Vizcaya, la casa Lezama- Leguizamón, etc. La Gran Vía finaliza en la plaza del Sagrado Corazón de Jesús cuya imagen se encuentra en un conjunto escultórico de 40 metros de altura.

Considero que muchos habitantes de Bilbao no saben que el palacio Euskalduna se puede recorrer en su interior, en una visita guiada y gratuita que solo tiene lugar los sábados a las 12 de la mañana y digo esto porque el grupo de visitantes se constituyó con las 15 personas que nos encontrábamos esperando a que diese comienzo. Es sensacional recorrerlo, por algo fue galardonado en 2003 como el mejor Centro de Congresos del mundo. Tras visitar diversas zonas y salas, llegamos al maravilloso auditorio, verdaderamente magnífico. Fuimos conducidos a ver el escenario y quedamos asombrados por sus dimensiones y equipamiento. En el exterior del palacio Euskalduna hay varias obras de arte urbano como el “bosque de árboles” que son farolas en forma de árboles agrupados.

Tenía deseos de ver el Guggenheim, esa especie de barco varado en la Ría de Bilbao con Puppy junto a su puerta, un perro de 12 metros de altura cuya estructura metálica está cubierta de flores de variados colores que se cambian de tiempo en tiempo. Este perro, diseñado por Jeff Koons, artista estadounidense, “guardaba” esos días la obra de su autor expuesta en el Guggenheim. Yo había leído, unos días antes de llegar a Bilbao, una entrevista realizada a Jeff Koons y sabía que iba a encontrar su variada obra en el museo ya que la muestra de 95 obras había llegado después de batir  records en París y Nueva York. Se le considera el artista vivo más cotizado del momento. Resultó de gran interés visitar las salas y conocer la interpretación que realiza del mundo a través de oleos, esculturas de acero, porcelana, aluminio, yeso, vinilos inflables, etc. Pero además de su gran poder creativo, me llamó gratamente la atención cuando, ante preguntas de periodistas, manifestó que su mejor obra son sus 8 hijos. Sobre la arquitectura del Guggemhein ya se ha hablado mucho, solo añadiré que es asombrosa en su exterior y en su interior.

Es una delicia recorrer la ría de Bilbao por cualquiera de sus orillas. Desde Las Arenas crucé a Portugalete en el transbordador situado en el Puente Vizcaya, más conocido como el “puente colgante”. Al parecer, es el puente transbordador más antiguo del mundo, una obra de arte en ingeniería, toda una estructura metálica que tiene más de 100 años de historia y es Patrimonio de la Humanidad. Un paraje de gran belleza es Punta Galea, lugar al que puede llegarse tras pasar por Getxo y Algorta. El color verde de la vegetación y el azul de la gran extensión de mar que se divisa constituyen algo grandioso.  Dirigirse otro día a San Sebastián y admirar, desde la playa de La Concha, el monte Igueldo y el monte Urgull, que culmina en una gran imagen del Sagrado Corazón de Jesús, son sensaciones que no se olvidan. Y ese mismo día, tuve ocasión de pasar a Francia y contemplar la ciudad y la playa de Biarritz, toda una explosión de belleza. Y algo que llamó mi atención fue descubrir en la zona cercana al mar, una preciosa iglesia, Nuestra Señora de la Roca, bella por fuera y por dentro. Su interior tenía una ornamentación floral maravillosa y estaba todo cuidado y reluciente. Cogí una hoja parroquial y leí, además del comentario del Evangelio del último domingo, informaciones sobre bautizos, bodas, ordenaciones sacerdotales y el comienzo de la catequesis en septiembre. En plena zona de playa, en Biarritz, la vida espiritual de sus habitantes era una llamada para cualquiera que entrase en su bella iglesia, permanentemente abierta durante el día.