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1. En el Bautismo de Jesús, se manifiesta el
misterio Trinitario: Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
2. El misterio de Dios ilumina poderosamente el
misterio del hombre.
3. El cristiano, el bautizado, es un luchador:
la Fe, que lo ilumina, es su Victoria.
1. En el
Bautismo de Jesús, se manifiesta el misterio Trinitario: Dios es Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
El día de Reyes, en la Epifanía, veíamos que Jesús
se manifestaba como el Salvador de todos los pueblos. Y decíamos que esto tenía
que ser así porque Dios no tiene favoritos, ama entrañablemente todo lo que Él
ha creado.
Hoy penetramos más en el misterio de Dios y
vemos, en el Bautismo del Señor, que Dios es un misterio infinito y eterno de
Vida y de Amor Interpersonal: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
De ahí venimos, de ahí viene todo lo creado.
La reflexión que ahora sigue es del teólogo
australiano, Sheed, en su libro Teología y Sensatez.
¿Qué es el Padre Eterno? ¿Qué son los padres? ¡Donación
de sí mismos!
El Padre Eterno, desde toda la Eternidad, es
donación de sí mismo, y es inteligencia infinita: Así engendra al Hijo.
Un engendrar desconocido para el hombre, pues solamente
conocemos el engendrar humano.
El Hijo, engendrado, no creado, por el Padre,
desde Toda la Eternidad, responde con Amor al Padre que le ha engendrado.
De manera que entre el Padre y el Hijo, un Amor
Infinito y Eterno: El Espíritu Santo. El Amor de Dios derramado en nuestro
corazón, el día de nuestro bautismo.
2. El
misterio de Dios ilumina poderosamente el misterio del hombre.
¿Qué es el hombre? ¿Qué somos los hombres? ¿Qué
es el hombre y la mujer?
Somos Imagen y Semejanza de un misterio infinito
de Vida y de Amor Interpersonal: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Somos personas porqué Dios
se revela como un Dios Personal.
De hecho el concepto de
“persona humana”, tal como lo conocemos hoy en día, aparece por primera vez en
los textos del Concilio de Calcedonia (año 451). Veíamos, el domingo anterior,
que en ese concilio se discutía la doble naturaleza de Cristo, la Segunda Persona
de la Santísima Trinidad: Dios y hombre verdadero.
Ver este asunto, de máxima
importancia, explicado con detalle en: https://es.wikipedia.org/wiki/Concilio_de_Calcedonia
Venimos de un Amor infinito y Eterno y estamos
destinados a vivir en ese Amor infinito y Eterno, por toda la Eternidad.
Pero nos aguadar la lucha con el misterio del
mal.
Dice el Padre Amorth, el exorcista de Roma:
"El mal ha entrado en el mundo cuando Dios ha querido crear unos seres de
una grandeza extraordinaria: tanto para el Ángel como para el hombre, la
Libertad es algo irrenunciable.
El diablo ha engañado a nuestros primeros padres,
y nacemos en el mundo con una libertad herida, inclinada al mal.
Por eso Dios ha mandado a Su Hijo al mundo, para
salvarnos, iluminar el misterio de nuestra existencia, y atraernos a la Vida
Eterna con lazos de Amor.
3. El cristiano, el bautizado, es un luchador: la
Fe, que lo ilumina, es su Victoria.
Lo leemos en la Primera
Carta de Sant Juan (1 Juan 5,1-9): Pues
en esto consiste el amor a Dios: en que guardamos sus mandamientos. Y sus
mandamientos no son pesados, pues todo el que ha nacido de Dios vence al mundo.
Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe...
El bautismo también se
llama “iluminación”. Ilumina el misterio de nuestra existencia y disipa muchas
tinieblas en nuestra vida.
Dice un rabino, en
Internet, que si estuviéramos en una habitación oscura, no serviría de nada
darle golpes de bastón a la oscuridad, para que se vaya.
¡Basta con encender la
luz!
La Fe que infunde en
nuestras almas el Espíritu Santo, el día de nuestro bautismo, es esa Luz
poderosa que nos ilumina y que va a disipar tantas tinieblas en nuestra vida.
Saberse, por la Fe, amados
de Dios con un Amor Infinito y Eterno, da sentido a nuestra vida y nos llena de
Esperanza y de Amor a Dios y a los hermanos.
Aquí nos ayuda,
nuevamente, el Apóstol del Amor de Dios, san Juan:
Esto es el Amor: no que nosotros nos hayamos
avanzado a amar a Dios, sino que Dios ha sido el primero en amarnos, tanto que
ha mandado a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Amados,
si Dios nos ha amado tanto, también nosotros tenemos que amarnos los unos a los
otros (1 Jn 4,10-11).
Nos disponemos a celebrar
la Eucaristía, el banquete del Amor de Dios.
Es una oración
esencialmente Trinitaria: Damos gracias al Padre, porque lo ha creado todo por
Amor y porque tanto ha amado al mundo que le ha dado a su Único Hijo. Y lo
hacemos movidos por el Espíritu Santo, que es el Amor de Dios derramado en
nuestros corazones el día de nuestro bautismo.
Que María Santísima, todos
los santos y santas de Dios y todos los ángeles del cielo nos ayuden a celebrar
esta acción de gracias con todo el corazón y con toda el alma, porque:
1. En el Bautismo de Jesús, que hoy celebramos, se
manifiesta el misterio Trinitario: Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
2. El misterio de Dios ilumina poderosamente el
misterio del hombre.
3. El cristiano, el bautizado, es un luchador:
la Fe, que lo ilumina, es su Victoria.