CAMINEO.INFO.- Una de las anécdotas más emblemáticas que solían contarse en las Redacciones de los periódicos en la época de la dictadura, era la noticia divulgada por un diario franquista sobre un grave accidente ferroviario. El enviado especial del periódico se “lució” con una crónica publicada bajo un título inolvidable: “Veinte muertos en un terrible choque de trenes. Afortunadamente, todas las víctimas eran de tercera”. Recordemos a los jóvenes de hoy que, en aquella época, los trenes españoles se dividían en tres clases: la cara y lujosa primera, con mullidos y espaciosos asientos; la mediocre segunda, con los asientos de “gutapercha” y la incómoda tercera, en los vagones más destartalados y asientos de madera...
Hoy las cosas han cambiado tanto, tanto, que la historia se ha vuelto a repetir... justo al revés, de acuerdo con las ideologías desenterradas por algunos medios y de acuerdo con los cánones de la recuperada “Memoria Histórica”. Así, cuando estos días se ha descubierto en la mina de Las Cabezuelas, en el pueblo toledano de Camuñas, una fosa con cincuenta cadáveres de víctimas de la represión republicana –parece que también las hubo...- el primer periódico de nuestro país en tirada y en desvirtuar la verdad, ha publicado la crónica de un enviado especial en la que puede adivinarse entre líneas que “afortunadamente, todos los muertos eran de primera”: o sea, sacerdotes y gente acomodada y de derechas, a juzgar por los dientes de oro que lucían algunas de sus calaveras...
El periódico nauseabundo, obviamente, es “El País” y la crónica de su enviado especial lleva este título revelador: “La Iglesia también abre las fosas de sus muertos”. ¿Quería insinuar el periódico que la Iglesia está animada por un espíritu de revancha frente a las fosas que se dedican a abrir las víctimas del franquismo para revivir la guerra? Juzguen ustedes: para el cronista, lo novedoso del hallazgo de los cadáveres sepultados en la mina de Cabañas, es que "esta vez las víctimas no son republicanas, sino sacerdotes y gente adinerada y de ideología de derechas, fusiladas por el bando perdedor de la guerra". Lo cual viene a cambiarlo todo, especialmente porque, de acuerdo con la información, el forense acudíó siguiendo una petición del arzobispo de Toledo...
Para el enviado especial de “El País” hay otros datos mucho más relevantes en el hallazgo de esta fosa. Por ejemplo que mientras algunos creían que en Las Cabezuelas se ocultaba otra especie de “Paracuellos”, con miles de víctimas que fueron quemadas vivas, en realidad tan “solo” se han encontrado 50 cuerpos cubiertos de cal y que, además, presentan orificios de bala y tiros de gracia. O sea que no fueron quemadas vivas sino simplemente fusiladas... Lo normal, en suma. Lo grave es que el sacerdote que ofició una Misa al pie de la mina en sufragio por los muertos, encontró junto a un cadáver una medalla de la Inmaculada, prueba evidente de que, en el fondo, lo que pretende la Iglesia es tener la certeza de que entre los asesinados hay sacerdotes que ahora “son candidatos a la beatificación”. Todo un delito de leso laicismo que "El País" no perdona.
La verdad de la historia, claro está, es muy diferente. En Camuñas, con el hallazgo de la fosa, cuya existencia se sospechaba desde hace tiempo, no ha habido ni revancha, ni odio, ni venganza, sino petición de perdón por todas las atrocidades cometidas durante la nefasta guerra civil. En esa línea iba el mensaje del obispo auxiliar de Toledo, Carmelo Borobia, que acudió a la fosa un par de horas después de la Misa. El prelado instó a aprender de los errores del pasado "entre hermanos", para que no se repitan en el presente.
Esta misma petición de perdón impregnó la homilía del sacerdote que presidió la Misa, el P. Jorge López, postulador de mártires de la Iglesia en la contienda, junto al párroco de Camuñas, Jesús Ángel Gómez, el vicario de Los Yébenes, Amos Damián Rodríguez, de Tembleque, y el sacerdote de Herencia, Julián Martín. Todos ellos leyeron los nombres de los enterrados en la fosa.
Cuenta el enviado especial del diario “La Gaceta”, que la emoción contenida de los presentes mutó en lágrimas cuando el P. Jorge López anunció, durante la homilía, que se había encontrado entre los cadáveres una medalla de la Virgen de la Inmaculada. En ella, con la inscripción "Ponme como sello sobre tu corazón", se simbolizó el homenaje que los vecinos de Camuñas, Hencinas, Villafranca de los Caballeros y Quero, entre otras localidades, rindieron a sus familiares.
Pero lo que ha quedado en el corazón de los asistentes a la Misa fueron las palabras que el P. Jorge López destacó en la homilía: "Venimos a hablar de paz y de reconciliación, no a denunciar nada". Se trataba de "invocar justicia" para todos los sepultados en la mina –los investigadores de la Sociedad Científica Aranzadi hablan de que habrá al menos 70 cuerpos–, y especialmente para los nueve religiosos en proceso de beatificación que murieron asesinados por no renunciar a su fe.
La otra cara de la historia
El enviado de “La Gaceta”, cuenta así lo ocurrido: “Cada uno de los asistentes a la Misa tenía una historia que contar sobre la Guerra Civil. Un caudal de relatos estremecedores. Era el caso de los hermanos Miguel y Jesús Martín-Benito. En la fosa está el cuerpo de su padre, al que mataron "por ser un hombre justo", en palabras emocionadas de Miguel. Los dos hermanos, que acudieron con sus esposas e hijos, destacaban que sentían una mezcla de sentimientos. El "dolor" por recordar lo sucedido y la "alegría" de poder rezar por su padre. Juan Pérez Olivares, de 65 años, no vivió los horrores de la guerra. Pero su madre le narraba entre lágrimas las circunstancias en que su tío, Teófilo Gutiérrez, fue asesinado a los 26 años. "Lo mataron únicamente porque era cristiano, vengo aquí porque mi madre (su hermana) le tenía pasión, y siempre me hablaba sobre él".
“Las heridas de la guerra podrán curarse. Pero las cicatrices siempre quedan. Así, por ejemplo, los asistentes narraron a LA GACETA la historia de Simeón Almansa, uno de los que consiguió escapar a las ejecuciones de los republicanos. Se refugió en Villafranca, localidad próxima, y su hijo, menor de edad, le llevaba la ropa escondida debajo de la suya durante la guerra. No eran pocos los que recordaron al sacerdote Emiliano Encinas, uno de los nueve mártires en la mina de Las Cabezuelas. Uno de los allegados del clérigo, Pedro Guzmán, mostró imágenes del sacerdote y de otros seis familiares que también fueron masacrados durante la contienda.
“Otra historia conmovedora que se recordó ayer era la del sacerdote Sebastián Alfonso Tapia, quien, según cuentan sus familiares, se dirigió a sus verdugos para espetarles las famosas palabras de Jesucristo: "Padre, perdonales porque no saben lo que hacen". Entre los asistentes que querían comentar sus sensaciones primaban dos ideas: el perdón, nuevamente, y sus críticas a la conocida como ley de la memoria histórica que el Gobierno socialista aprobó la pasada legislatura. "No hay que remover, pero si se remueve, que se remueva lo de todos", apuntó Isidro González...”La fe es algo muy serio. Unos murieron por esa fe y hoy en día otros la ridiculizan", comentó Amos Damián Rodríguez, vicario de Los Yébenes....” Nada que ver, como puede verse, con lo publicado por “El País”.
