De Smet la describió así: "Era un espectáculo realmente conmovedor para el corazón de un misionero ver a la asamblea compuesta de
tantas naciones distintas que asistían a nuestros sagrados misterios con gran satisfacción.
Los canadienses cantaban himnos en francés y latín y los indios en su lengua nativa. Era realmente una adoración católica".
En el lugar hay hoy una capillita y cada 5 de julio el párroco jesuita de Nuestra Señora de la Paz en el pueblo de Pinedale celebra allí la misa, llamada "la Misa de la Pradera". (Es el padre Robert J. Lynch y asegura que su predecesor "realmente amaba a los indios y le tomaron como uno de ellos").
En este lugar se celebró la primera misa de Wyoming y se commemora así cada añoUn mes después, en las fuentes del Missouri (Three Forks, Montana), De Smet
predicó el cristianismo por primera vez en Montana y bautizó al jefe de los "cabezas lisas", Tjolzhitsay (Cara Grande)
y a Oso que Camina, jefe de los Pend d'Oreilles (nombre francés de los indios kalispel), junto con 350 indios más.
Fundando el primer pueblo de MontanaDe Smet vio que era necesario establecer una misión permanente. Volvió a Saint Louis en un viaje muy duro en invierno que le costó 4 meses. Le costó mucho conseguir financiación, pero volvió con otros dos sacerdotes jesuitas, tres hermanos legos jesuitas y tres trabajadores, y con
tres carros y un vagón, los primeros en esa tierra. Fundaron la misión de Santa María (
www.saintmarysmission.org), que en pocos año sería abandonada por las amenazas de los Pies Negros, pero fue el primer asentamiento blanco en Montana y
el primer lugar con agricultura occidental, vacas, cerdos y gallinas. Allí llegó en 1845 también
el jesuita italiano Antonio Ravalli, que fue el primer médico, cirujano y farmacéutico occidental de Montana, además de arquitecto, pintor y escultor. En la misión había clases de religión dos veces al día, y después enseñaban a los indios a leer, escribir y aritmética, todo en lengua salish. Había una banda de música que interpretaba temas italianos y alemanes. Los indios aprendían a cultivar, irrigar y cuidar animales de granja.
Indios salish "cabeza lisa" en 1903... hoy son más de 6.000, y la gran mayoría son católicosPacificador de los indiosLa primera gran misión como pacificador la vivió De Smet en 1845 cuando
llegó a cruzar hasta Edmonton (Canadá) buscando a los Pies Negros para intentar pacificarlos, cosa que consiguió, pero para entonces ya habían atacado duramente a sus vecinos crow.
De Smet viajaba mucho por zonas civilizadas buscando financiación para las misiones,
escribió 4 libros y cientos de artículos explicando sus exploraciones. No cobraba por ellos, para que se divulgasen más, y llegasen más donaciones. A lo largo de su vida
cruzó el océano 19 veces, buscando más fondos en Europa.
En 1849
trabajó como misionero con los sioux en la frontera oriental de Wyoming, bautizando muchos niños.
El gobierno federal le llamó 7 veces para que negociase procesos de paz con los indios y se recuerda que participó en 16 tratados (a veces entre indios de distintas tribus).
El caso más famoso fue el del primer congreso de tribus con el gobierno en 1851 en Fort Laramie.
Su viaje con los delegados indios fue una odisea de 800 kilómetros de territorio salvaje con un grupo de 35 hombres que incluía a los jefes de los assiniboin, los minnetaree, los mandan, los arikara y los crow. Se perdieron por las montañas varias veces.
El padre De Smet con los delegados indios que con él acudieron a Fort Laramie en 1851La negociación con Toro SentadoSu último gran servicio a lo que pensaba que era la causa de la paz y la defensa de los indios fue en 1868, dos años antes de morir, cuando
se adentró solo en el campamento del famoso jefe sioux Toro Sentado, que no permitía entrar a ningún hombre blanco. Le convenció para firmar y así quedaba ratificada la posesión de los sioux de su tierra sagrada, las Black Hills… hasta que años después se encontró oro en el lugar y volvió la guerra. Parece que en esa época
fue cuando Toro Sentado aceptó buena parte de la fe católica, aunque al parecer nunca llegó a bautizarse porque no le parecía bien tener que despedir a una de sus dos esposas (había llegado a tener cinco).
Toro Sentado, ya mayor, con un
crucifijo, aunque parece que no llegó
a bautizarseDe Smet murió en 1870 y
no vio la famosa batalla de Little Big Horn en la que los indios derrotaron al general Custer en 1876 ni la derrota definitiva y triste de los indios a partir de 1877.
¿Imperialista al servicio del colonialismo?El tema de fondo en el debate es si De Smet era un agente al servicio de meros intereses materiales y colonialistas de los norteamericanos (y si su estatua merece ser escondida). En su libro
Father Peter John de Smet: Jesuit in the west, el historiador Robert C. Carriker señala que
ningún contemporáneo de Smet, ni indio ni blanco, acusó nunca al negociador jesuita de ser un agente al servicio del gobierno ni de intentar engañar a los indios. Para entender su situación y su intento de salvar a los indios –ya desde 1851 tenía su propia y amplia visión del asunto- vale la pena transcribir unos párrafos de este libro.
»En su opinión, hombres blancos inmorales y ofensivos molestarían y
abusarían de los indios hasta que ellos, indignados, respondieran con violencia. Lamentaba el hecho de que al desaparecer el búfalo y la gran caza,
las tribus grandes y poderosas caerían sobre las más débiles y pequeñas, no sólo derramando sangre sino rompiendo cualquier unidad india que pudiera haber en el oeste trans-Mississippi.
»Por otro lado, si las tribus respondían con violencia a los ataques de blancos beligerantes
los funcionarios federales lo usarían como justificación para usar al Ejército contra todos los indios. La experiencia del padre De Smet es que en ese tipo de guerras
las tribus pacíficas sufrían tanto como las bandas de renegados, aunque fuera de formas más sutiles. De Smet temía con razón que
de continuar ese ciclo todos los indios serían exterminados.
»Para De Smet la solución a la llamada cuestión india tenía tres ingredientes:
tiempo, aislamiento y misioneros. »En primer lugar,
esperaba ganar tiempo para los indios. Su deseo era posponer el contacto directo entre ambas razas durante 20 años. A menos
que las tribus hicieran las paces con el gobierno federal y entre ellas, veía claramente que ´los tristes restos de numerosas naciones´ serían exterminadas. Así, De Smet prefería para ellas ´encontrar asilo, una morada permanente y ser incorporadas con todos los derechos de ciudadanos de la Unión". Para él la reserva no era tanto un espacio forzoso y arbitrario para los indios como un lugar donde podrían ser libres para
disfrutar de lo mejor de su cultura y, al mismo tiempo, aprender los frutos de la civilización del hombre blanco. La historia posterior ha refutado esta tesis, pero De Smet no podía ver el futuro.
»Finalmente, De Smet creía que
los misioneros, preferiblemente los sacerdotes católicos, debían ser los únicos blancos con permiso para vivir entre los indios durante este intervalo de de 20 años de aislamiento en reservas. En primer lugar, De Smet quería que los misioneros instruyesen a lo nativos en la religión católica (alimento para el alma, por así decir).
»Pero los misioneros debían también
ayudar a los indios enseñando agricultura y materias académicas (alimento para el cuerpo y la mente). Al mismo tiempo, los misioneros protegerían a los indios de los peores aspectos de la sociedad blanca, especialmente del alcoholismo. Podía ser algo confuso, el mismo De Smet lo admitía, pero en esencia
los misioneros salvaban así a los indios, algo que ni los soldados ni los colonos blancos intentaron jamás.
»Como hemos señalado, nunca se le ocurrió a De Smet que aportando la civilización euroamericana a los indios estuviera tácitamente fomentando la destrucción de la cultura propia de los nativos.